“As mans do Vento”

("Las manos del viento")

“Después del silencio

lo que más se acerca a expresar lo inexpresable

es la música” Aldous Huxley

 

  y el silencio también es música

Es vital sentir el aire, no digo ya respirarlo. Sentir el tacto del aire, el viento frío, leve, de una tarde de invierno tensando la piel de la cara de barba vieja recién recortada. El aire como tónico, nota dominante de un acorde.

Recoger el aire en un fotograma, retratar el viento... ilusión, desafío, ¿quién lo sabe?

Una velada de jazz. Barbara Hendricks prestaba voz y alma a composiciones de los Gershwin. Geoff Keezer, sentado delante del piano, golpeteaba sus teclas; la luz y la distancia enseñaban tan sólo el movimiento, no se podía parar la imagen de sus dedos.

¿Cómo es el aire? ¿Dónde está? No puedo cogerlo, ¿o sí?. La trompeta suena con el aire que el músico atrapó. Interpretes que recogen y modelan con sus manos lo invisible, nos hacen precibir sus formas sonoras.

“...Me felicito por ser y por haber nacido,

por mis pulmones que llevan y me traen el aire,

porque cuando respiro siento que el mundo todo entra en mi

y sale con algo mío...”  

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“...Las espirales de este tiempo que se esfuma

te traerán en el olor de las azaleas

esta mujer que cantó

contra Penélopes

para un sordo Ulises navegante.” Gioconda Belli. El ojo de la mujer

La música, territorio sublime, percepción única y personal donde buscamos y encontramos la cinta para pegar nuestros sentimientos. Un lugar fiable para guardar nuestra memoria íntima, esa cinta que vuelve y despierta el sentimiento dormido.

El intérprete-músico nos transmite, no tanto su sentimiento como la intensidad de él; y sucede, es capaz de conmovernos.

También sobre el soporte fotográfico pegamos las formas, los colores, las luces de la memoria. Instantáneas que pretendemos guardar en la retina entornando los ojos, intentando dilatar el tiempo. Apnea, contención, foto, disparo de obturador. Estirar la imagen para guardar la nota, el compás, el centro de la frase con la que identificar un momento. Identificarnos, buscarnos, conocernos un poco más.

Fotografiar las manos que recogen el viento, “aire en movimiento”, ¿recogen o crean? O modelan para preguntarnos, recordarnos... Son ese lugar de reposo donde descansar, son la casa de la memoria.

La música evoca paisajes que recorre y dibuja suspendida en el aire, armonías naturales,

”Fraga,

corazón adormecido en brétemas.

Dende o branco esconxuro do silencio

xurde un canto.

Coma un fío de amor

entre ningures,

a vida,

coma un canto.” Francisco X. Fernández Naval. Días de Cera

silencios... la muerte, el más allá... y también estridencias, enarmonías, disonancias, desequilibrios apuntalados con artificios urbanizantes.

 

"Non era, non

un paxaro quen cantaba.

Era o semáforo

que enchía o espacio

de rechouchíos

brancos." Francisco X. Fernández Naval. Días de Cera

La música me llama e ilumina muchos pasados no vividos, pero de todas formas propios.

Hombre-Naturaleza. En un principio muy cerca, identificados; el hombre parte de un todo, en el medio pero no en el centro. Seguidamente la construcción del protagonismo de especie: doma, equilibrio artificial, frágil, inestable. –La misma mano materna que acaricia, está posada sobre las teclas de un piano, sublimación, paradigma de la cultura positiva. Y fuera un oasis de arroz, algodón y paltas, una avenida de cocoteros, otra expresión suprema de cultura sin urbanizar, agricultura cercana a la Tierra; desierto y selva de Sechura adaptado a los predecesores. Kilómetros de canales preincaicos permitiendo la arrogancia del piano. En medio de lo salvaje-domado la mano-matriz acaricia las teclas del piano que, sumiso, busca la aceptación de la madre grande, la Pachamama. Toca pidiendo permiso a los pájaros.

“... los árboles abrazan árboles

una canción besa otra canción.” Luis Cernuda

 

Y las historias se suceden, se remueven y asientan en nuestra mente, se hacen más nuestras, nos definen, identificándonos. Con la música las revivimos una y otra vez, limpiándolas, arreglándolas y retocándolas en nuestra estantería interior, sin añoranzas, para poder subir al escalón siguiente, actualizar, vivir... No olvidar y si saber que ahora somos más grandes.

 

“... nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos,

aunque a veces nos guste una canción.”

Jaime Gil de Biedma. Moralidades

 

 

"Un cálido sonido sube lento,

gorgotea en el saxo casi, casi axfixiado.

El piano da diente con diente; y le acompaña,

llorando y delirando, la trompeta.

La batería suena, ya fuera de este mundo,

y el violón si llora es detrás de algún muro.

Estoy tan solo, amigos, como ese clarinete,

y tan enamorado como el trombón de varas.

Estoy tan loco, amigos, como la batería,

y tan lo que no digo como el contrabajo,

mientras suena el piano tecleando un secreto." Gabriel Celaya. Jazz

 

Xacobe Meléndrez Fassbender . Cecebre 12 de xuño de 2002